miércoles, 13 de abril de 2011

Porqué elijo un parto en casa.


Porque no tuve una buena experiencia en mi primer parto hospitalario.
Porque me permite una intimidad que solo puedo tener en mi casa, con mi marido y mis hijos, y las parteras que elegí para que nos acompañen.
Porque me asegura ser protagonista de ese momento único.
Porque creo que mi hij@ se merece el mejor nacimiento que pueda darle, y no dudo de que es el nacimiento en casa.
Porque me asegura que no se romperá artificialmente la bolsa de las aguas.
Porque me asegura que se respetarán mis tiempos para parir y los de mi bebé para nacer.
Porque me asegura que no tendré una episiotomía innecesaria.
Porque me asegura que tendré la oxitocina que genere mi cuerpo, que es la que mi bebé y yo podemos tolerar, ni más ni menos.
Porque me asegura que no habrá analgesia, por lo que viviré esta experiencia hasta sus límites. El dolor es parte de parir, y atravesarlo le da un sentido a todo lo que vendrá después. Además, que no haya analgesia es mejor también para el bebé.
Porque se reduce significativamente el riesgo de infecciones.
Porque se reduce significativamente el riesgo de cesarea innecesaria y forceps.
Porque me asegura que a mi hij@ no se le harán practicas cruentas, como inyecciones, sondas, y gotas en los ojos, y que las practicas indispensables se harán con el bebé sobre mi pecho.
Porque me asegura que mi bebé estará todo el tiempo con nosotros, y que la lactancia materna podrá establecerse tempranamente y sin intervención de sueros glucosados y otras "ayuditas".
Porque creo en la naturaleza y en el poder femenino, porque creo que las mujeres SABEMOS y PODEMOS GESTAR, PARIR, LACTAR Y CRIAR si nos lo permiten.

Parto Hospitalario, Parto en Casa
(extraído del libro La Revolución del Nacimiento, de Isabel Fernández del Castillo, pag. 96)

Parir en casa, un fenómeno sociológico que van en aumento, está siendo una de las respuestas de la mujer ante un sistema que no tiene en cuenta sus sentimientos y necesidades íntimas, la trascendencia del momento del nacimiento y el bienestar del recién nacido. Algunas mujeres deciden parir en casa su primer hijo, otras optan por esta posibilidad tras sufrir una experiencia traumatizante. Pero en todos los casos, parir en casa supone una concepción del nacimiento como un acontecimiento biológico, natural e íntimo, y no un hecho médico.
Parir en casa, una opción entre las muchas que hay, supone para la mujer dar rienda suelta a su instinto de nidificación. Es sabido que las hembras mamíferas necesitan crear su nido antes de traer al mundo a su prole. Michel Odent se ha encontrado con casos insólitos de mujeres que se ponen a pasar la aspiradora por la casa en medio de las contracciones, obedeciendo a un impulso incontrolable de preparar el mejor entorno para la criatura que llega.
De todas las opciones posibles, parir en casa es la que más se adecua a la necesidad de intimidad de la parturienta, de encontrarse en un entorno acogedor rodeada de personas conocidas, y no sujeta a más reglas que los imperativos biológicos naturales del parto. Otras mujeres, sin embargo, sólo se encuentran seguras para dar a luz si lo hacen en un hospital, cerca de todos los recursos tecnológicos para hacer frente a imprevistos. En ese caso, la seguridad que ofrece el hospital se hace inestimable para ella. Para las mujeres con embarazos de alto riesgo, no se plantea más opción que el hospital. Para eso está.
A la hora de plantearse el parto en casa, sabemos que las condiciones ambientales y humanas pueden mejorar sustancialmente en relación con el ambiente hospitalario. Sin embargo, muchas mujeres se plantean el nivel de seguridad que puede esperarse.
Y, en este sentido, el Estudio MEHL, llevado a cabo en Estados Unidos en 1976, puede resultar muy esclarecedor. Para llevar a cabo el estudio, se compararon los resultados de 1046 partos domiciliarios con otros tantos hospitalarios, seleccionando y emparejando los dos grupos de modo que los resultados fueran lo más fiables posible.
La mortalidad perinatal, tanto materna como fetal, fue la misma en ambos grupos. De los 1406 partos domiciliarios, en 113 casos se trasladó a la madre y/o al niño al hospital antes, durante o después del parto para resolver complicaciones. Es decir, en un 11 por 100 de los casos.
En el hospital se utilizó mucha más oxitocina, tanto durante como después del parto. Esto contribuyó a disminuir la duración de los partos hospitalarios en relación con los domiciliarios. El uso de fórceps fue veinte veces más frecuente en los partos hospitalarios , debido a que en el hospital el fórceps se introducía de forma automática tras una fase de expulsión que durara una hora, lo que no ocurría en los partos domiciliarios. Los 16 casos en que se utilizaron fórceps en los partos domiciliarios, fue tras el traslado al hospital.
En el hospital, la cantidad de episiotomías practicadas fue ocho veces mayor que en el grupo domiciliario. Aunque dichas episiotomías se practicaron para evitar posibles desgarros, en el hospital se dieron cuatro veces más desgarros de tercer grado, siete veces más desgarros de cuarto grado y tres veces más desgarros cervicales que en el grupo domiciliario. Entre las causas de los desgarros podrían figurar la postura de parto materna y la mayor velocidad de la fase expulsiva en los partos hospitalarios, debido a la aplicación de oxitocina sintética.
El uso de analgesias y anestesias en los partos domiciliarios fue prácticamente nulo, incluso en mujeres trasladadas al hospital en el transcurso del parto. Las mujeres que dieron a luz en el hospital recibieron anestesia en el 90 por 100 de los casos.
El grupo hospitalario registró más casos de sufrimiento fetal, tensión arterial elevada, meconio en el líquido amniótico y distocias de hombros, así como más casos de hemorragias posparto.
Los bebés nacidos en el hospital sufrieron veinticuatro veces más lesiones de parto que los nacidos en casa (rotura de clavícula, lesiones craneales y hematomas), y un mayor número de infecciones neonatales. También registraron más casos que precisaron de reanimación posnatal y aplicación de oxígeno, además de obtener peores resultados en los tests de Apgar.
María D. Fuentes, en relación con el citado estudio, afirma: "La mayor parte de los procedimientos supuestamente utilizados por seguridad se muestran como creadores de riesgo... El uso innecesario de tales procedimientos podría tener su explicación en que el ambiente hospitalario altera las percepciones de los asistentes al parto, de manera que lo normal se percibe como patológico."
Según pone de manifiesto el informe "Tener un hijo en Europa", de la OMS, no se ha podido probar científicamente que parir en el hospital sea más seguro que parir en casa para una mujer cuyo embarazo no haya sido problemático. Los estudios demuestran que las tasas de mortalidad y enfermedad son similares o mejores que los de los hospitales, con un índice de intervenciones significativamente menor. El estudio señala que la evaluación de los partos en casa puede registrar errores debido a que parte de los nacimientos en casa no son planificados, sino simplemente prematuros, lo que aumenta automáticamente la tasa de enfermedad y mortalidad. Por tanto, a la hora de evaluar los resultados de salud materno-infantil en los partos domiciliarios, conviene precisar que se trata de partos planificados.
En la actualidad, el índice de partos domiciliarios en la mayoría de los países europeos (Alemania, Dinamarca, Suecia, etc) se encuentra entre el 1 y el 10 por 100. Mención aparte merece el caso de Holanda, que nunca abolió totalmente el nacimiento domiciliario -que asciende al 40 por 100 de los casos- y, cuyos resultados globales de salud materno-infantil son con diferencia los mejores del mundo. En la mayoría de estos países, la asistencia domiciliaria de la comadrona o el médico son sufragados por la Seguridad Social. En España, en cambio, la mujer que cotiza a la Seguridad Social pero decide parir en casa o en una casa de partos paga su asistencia dos veces.
En todos estos países que asumen el parto en casa como una opción válida, se concede una gran importancia a la preparación de la madre y de su pareja durante el parto, así como a la formación humana del personal asistente. Se diagnostican los embarazos de riesgo para los que el parto en casa no es aconsejable; y se cuida la coordinación y colaboración entre el personal asistente domiciliario y el del hospital, que favorezca el desarrollo de los acontecimientos cuando un traslado al hospital se hace necesario.
Actualmente, en la mayoría de los países se está desarrollando una opción intermedia entre el parto en casa y el parto hospitalario, en parte debido a que muchas viviendas no reúnen las condiciones idóneas para un parto agradable (pequeñas, ruidosas...) y a las ventajas que para muchas mujeres supone esta otra opción. Son las "casas de partos", localizadas en pueblos o en barrios, que además de ser lugares donde parir en libertad son espacios de encuentro para mujeres y familias, y donde se constituyen grupos de apoyo naturales y grupos de crianza para bebés, que tan importantes son en la sociedad actual.
La OMS, en su informe, "Tener un hijo en Europa", resume así la diferencia entre las condiciones del parto hospitalario y las del parto en casa (o "no medicalizado") de la siguiente forma: En el parto hospitalario, gestionado activamente, normalmente por el tocólogo, el límite máximo permitido para la primera fase del parto es de ocho a doce horas, y para la segunda de treinta a sesenta minutos. Fuera del hospital la encargada es la comadrona, y los límites son mucho más flexibles: entre veinticuatro y treinta y seis horas para la primera fase y hasta noventa minutos para la segunda. En el parto hospitalario, el número de personas involucradas puede ser alto, mientras que fuera del hospital normalmente hay una o dos comadronas y algún miembro de la familia. En el parto hospitalario hay grandes posibilidades de sufrir una o la totalidad de las siguientes intervenciones: rotura artificial de membranas, estimulación del parto con medicamentos, administración de analgésicos, control electrónico del feto; episiotomía, fórceps o ventosa. En el parto fuera del hospital, las posibilidades de sufrir alguna de ellas son escasas. Sin embargo, no existen diferencias respecto a la mortalidad de la madre o el niño en cualquiera de las dos situaciones.

4 comentarios:

GLORIA dijo...

Espero que tengas el parto que deseas y que lo disfrutes a cada segundo.
Mis dos partos han sido en el hospital, el segundo, de Ángela, lo teniamos preparado para hacerlo en casa, pero no pudo ser, rotura de bolsa a las 35 semanas. Me queda la pena de no pasar por esa experiencia que tanto la soñé.... Al final, con oxitocina porque no se presentaban las contracciones, pero tuve un parto lo más "respetado" posible, sin analgesia, caminando, bebiendo, sin luz, con música y la compañía del padre, sin episotomía......y la nena, preciosa.....
Te deseo lo mejor y te mando toda mi energía para ese momento.
Besos

Unknown dijo...

Creo que las cosas van cambiando poco a poco en los hospitales. L@s medic@s , l@s enfermer@s , l@s matron@s se adaptan. Ya puedes preparar tu parto y dejar por escrito lo que quieres (o no). Yo tuve una cesarea (necesaria) y me pusieron mi hijo al pecho en menos de una hora. Poco a poco el hospital se va humanizando pero tenemos todavia nucho por hacer.

Kattia dijo...

Hola Jose llegue aqui a travez de Lucia,te cuento que tuve 2 experiencias muy diferentes en mis partos uno a los 21 años y el otro a los 37 el primero al tener poca experiencia fue un poco dificil y cruel para el xq a los 2 meses deje de amamantarlo xq ocupe tratamiento por una infeccion y era muy fuerte y afectaba la lactancia,en cambio con Josue lo pude amamantar hasta los 2 años y es tan seguro y fuerte de su pancita,el primero padecio mucho del estomago y era mas timido,gracias a Dios e pasado las 2 experiencias y es increible el contacto con tus hijos,el amor y la sensacion de paz que tienes en ese momento..un beso saludes

Laura dijo...

Jose, tuve a mis dos hijas en casa, y es la experiencia más maravillosa que puedas imaginarte... es volver a lo primitivo, a lo instintivo, a lo ritual si se quiere...

Es hacer CONSCIENTE ese momento.

Es poder compartirlo con las personas que más amás.
Y compartir el nacimiento con la familia (y que no sólo sea la mamá quien lo recibe... y esto entre comillas porque en realidad en los hospitales son los médicos quienes se "encargan") crea entre ellos y el bebé lazos profundos y especiales que perduran a través del tiempo.

Ya estoy ansiosa de que nos cuentes la experiencia!!

besos.-

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